martes, 4 de enero de 2022

Mi experiencia con en Covid V

 


Día 6, 3-1-2022. Nervios.



Me despierto algo mareado. He oído por ahí que es uno de los síntomas que pueden ocurrir. Supongo que se deberá también a la pérdida de líquidos de la diarrea que tuve ayer.

Hoy he vuelto a la estrategia de llamadas. Cada cuarto de hora llamo al centro de salud, con ningún resultado. Sólo musiquita o tono de comunicar. Ya van seis días sin hablar con el médico. Estamos totalmente vendidos y desamparados, no puedes hacer nada más. Desesperante.

Además, hoy mi mujer dice que se encuentra también mal. Con dolor de cabeza y malestar. Al final, lo habrá cogido. No lo sabemos, porque a mi mujer y mi hijo nadie les ha hecho una prueba. Esto es un problemón, porque ella hoy debe trabajar por la tarde. Si no puede contactar con el médico, no sabrá si tiene derecho a la baja o no. Empezamos a llamar al médico con los dos móviles, a ver si tenemos suerte.

Al final, mi mujer decide ir al ambulatorio. Después de dos horas de cola, todos mezclados, la persona de admisiones le da cita telefónica para el médico mañana. No le hacen ninguna prueba de nada, a pesar de tener síntomas. No tiene la baja y no puede ir a trabajar en esas condiciones, tendrá que comunicarlo a la empresa. Ya se apañarán luego como sea. Es decir con cuatro posibilidades; baja médica, sanción, días a devolver o vacaciones gastadas. El sistema falla. Hasta conseguir la baja, estás en una situación vulnerable que no depende de ti.

Además, pregunta por mi situación y gracias a la amabilidad de la administrativa, consigue que yo también tenga cita telefónica para mañana a primera hora. Constata que no tengo la baja médica gestionada. Que mal todo.

Finaliza la mañana sin que el médico llame. Ya no lo hará en todo el día. Por lo menos sabemos algo más, pero ha sido necesario ir al ambulatorio en persona.

Hoy he tenido que salir del cuarto, para cuidar al crío cuando se ha ido mi mujer al ambulatorio. Nuestra intención es mantener la cuarentena hasta mañana, vuelvo al encarcelamiento después de comer. La verdad, es que aunque he salido con mascarilla y procurando no tocar nada, he agradecido escapar de la habitación por un rato.

Me sumerjo nuevamente en la rutina confinada. Intento gestionar mis emociones, que van desde el cabreo hasta la preocupación por el estado de salud de mi mujer.

Dura poco. A media tarde, viendo que a ella le ha subido la fiebre, decido romper mi aislamiento. Me pongo mascarilla y guantes, y me ocupo de algunas cosas. Intento involucrar al crío para dejarla sola y que pueda descansar mejor.

La necesidad hace que cenemos en la misma mesa, por primera vez desde hace seis días. Eso sí, aumentando la distancia entre nosotros y con mascarilla. De perdidos al río.

Así pasamos la tarde. A ver si mañana es el día en que se aclara todo.