jueves, 19 de julio de 2018

El encuentro


Te voy a contar como empezó todo. Estaba yo de pie, agarrado al pasamanos, pensando en lo mío, cuando escuché:

Que pasa pues co?’

Alzando la mano, un tipo vestido con una camiseta del Zaragoza similar a la mía me saludaba efusivamente. Me giré, alcé la voz y pronunciando todas las sílabas contesté:

Co, que pasa pues?’

Todo correcto. Ya sabes que según los cánones, la conversación entre dos Maños empieza de esta manera. Aunque sea de punta a punta en un abarrotado vagón de metro.  Quisieran o no aquellos neoyorquinos, tuvieron que escuchar nuestra conversación.

Tras más de media hora de ahivadeahis, halapueses y jodos, los de seguridad,  usando un grosero inglés, nos invitaron a salir a la calle al considerarnos peligrosos alborotadores.

Con un “Hala maño, hasta más ver”, entre eufóricos y emocionados íbamos a poner fin a aquel singular encuentro, quizá para nunca volvernos a encontrar.

Sin embargo, al salir de la boca del metro, aquellos rascacielos nos inspiraron. Orgulloso, valiente, emocional y rebelde, desde nuestros adentros surgió un canto guerrero;

El ‘Mil banderas’ sonó en Times Square:

“ ¡¡ Miiiiiiiil baaaan-de-ras ondearán en las toooo-rres del Pilar....”

 y “luego:

“yo nací con dos colores uno blanco y otro azul, cuando muera que así pinten mi ataúd !!"




De repente, cuando ya íbamos por el “ale Zaragoza, ale, ale”, sonaron un par de bandurrias. Una rondalla de la Cinco Villas que iba a un festival nos rodeó. Impresionantes, con sus trajes joteros bien lucidos, empezaron a cantar y bailar:

“El Ebro guarda silencio al pasar por el Pilaaaaaar....”


La multitud empezó a arremolinarse junto a nosotros. Entre ellos, un señor mayor camuflado bajo una gorra y gafas de pasta. Creo que era Woody Allen, que intentaba entender lo que ocurría y ver si podría utilizar ese momento en alguna de sus películas.

“Parece una historia que aúna sus aficiones, las tradiciones de su pueblo con detalles de vídeos musicales de Bon Jovi y U2, grupos que a usted le gustan por cierto”. Dice ella.

Eso ocurrió. O al menos creo que fue de esta manera. No me convencerá de que no ocurrió así, señora psiquiatra.


                                                                                                                         Fernando Bolea