martes, 23 de abril de 2013

El regreso




Después de abandonar el hotel,  Benet se preparó para iniciar el retorno. Cinco horas de coche en compañía de su pareja. Las vacaciones de sol y playa se acababan, debían volver. Deseaba llegar de una vez y disfrutar de sus dos últimos días festivos. Iban a ser muy relajados, los dedicaría a descansar de verdad. Le gustaba viajar, pero para él, el verdadero relax se conseguía en su piso, sin nada que hacer.

Cuando hubieron vencido las primeras dificultades de la ruta, Benet se sintió seguro. A partir de ese momento la vuelta sería amena y tranquila, comenzaron a descontar horas para la llegada. En uno de esos momentos de silencio que se dan en los largos trayectos en coche, repasó mentalmente los mejores recuerdos que le quedaban de lo vivido durante la semana.

En eso estaba, cuando al doblar una curva el paisaje cambió, aparecieron grandes territorios deshabitados, las montañas limitaron el horizonte  y el cierzo comenzó a soplar con fuerza. Habían llegado a Aragón. Estaban en casa.

Fernando Bolea Barluenga

miércoles, 10 de abril de 2013

Identidad




Regresando de un viaje de ocio, pienso en la ciudad donde vivo. Una ciudad inmortal, extensa en su territorio, con un clima extremo en el calor y en el frío, ventilada por el cierzo, de espaldas al gran río que la cruza. Cosmopolita y rural al mismo tiempo, abierta a la última tecnología y fuertemente costumbrista en algunos aspectos.

Sus habitantes somos como ella, algo rudos, tercos, leales, nobles y sinceros. Capaces de lo mejor, pero siempre con miramientos que nos impiden progresar. Nuestro carácter ha marcado la vida de la ciudad. Actuamos como si no hubiera cambiado nunca, como si debiera seguir siendo próxima, pequeña, provinciana otros dos mil años. Al hablar de nuestra ciudad con terceros, siempre aparece el complejo de inferioridad frente a cualquiera, lo que distorsiona la visión de lo que es en realidad y no se parece en nada a lo que perciben sus visitantes cuando la conocen.

Zaragoza se ha convertido en una gran urbe, una metrópoli. Debemos darnos cuenta de ello y defender nuestra identidad con orgullo. Nuestro futuro está en juego.

Fernando Bolea Barluenga