viernes, 30 de agosto de 2013

Mi cuaderno de Michael Jordan





Éste es mi cuaderno de Michael Jordan, lleva unos cuantos años conmigo, desde que empecé a estudiar inglés en el bachillerato. Contiene mis mejores apuntes de inglés recopilados en las clases, un gran vocabulario y una  forma de estudiar personal que con él comencé a aplicar. Basta abrirlo, para recordar mis cimientos del inglés como nunca he conseguido con el mejor libro del mejor curso de inglés. Para mí, mi cuaderno de inglés ha sido un talismán que siempre he querido conservar, es de los pocos apuntes que siempre sé dónde encontrar y que he procurado ampliar y mejorar a lo largo del tiempo.

El otro día, acudí de nuevo a él para repasar otra vez inglés. Al leerlo, quedé impactado. Mi tradicional mala letra, reflejaba mi evolución como persona entre lo anotado al principio y al final del cuaderno. Aunque sólo se habla de inglés, la diferencia en los trazos de la letra, las diferentes formas de anotar, las abreviaturas... mostraban la evolución del pensamiento de un adolescente que se va convirtiendo en persona adulta.

También observé ciertos valores que me han acompañado hasta el momento y que deseo mantener. Como la constancia, el deseo de aprender para desarrollarme, la curiosidad que refleja el aumento de vocabulario, la necesidad de progresar y mejorar, la búsqueda de éxito.

Creo que todo ello, se refleja en la foto que lo decora. Elegí a Jordan cuando era crío por su espectacularidad a la hora de jugar al baloncesto. Después, me reafirmé en la elección de este personaje al seguir su trayectoria, se convirtió en el mejor jugador de todos los tiempos. De entre sus virtudes, lo que más me impresionaba era su capacidad para afrontar los retos, su mentalización. Se sabía que iba a meter la canasta de la victoria, incluso aunque no hubiera jugado bien antes. Cogía el balón y lo hacía, así de simple.

De vez en cuando pienso que es conveniente parar y recordar nuestros principios, volver al punto de partida. Los valores que me han venido a la mente al abrir mi viejo cuaderno y al revisar uno de mis ídolos, siguen siendo válidos  para mí y confío en aplicarlos en mis acciones futuras.

Fernando Bolea Barluenga