martes, 14 de agosto de 2012

Saturación deportiva


Terminados los juegos, acabo con la sensación de saturación deportiva, con un hartazgo increíble de deporte. El verano es una época que nos permite relajarnos y desconectar. Este año, ha sido imposible debido al estrés que nos ha generado el seguimiento –que no la práctica- del deporte. No ha habido otros temas de interés verdadero en nuestro verano, y para más inri, se ha hablado de las competiciones de una forma poco deportiva, donde sólo valía ganar.

En mayo, el final de la Liga de fútbol fue vergonzoso. Los equipos que se jugaban el descenso, lo vivieron con un dramatismo inusitado. Para algunos de ellos, primera división es supervivencia y segunda es desaparición, como el Zaragoza. Por ello, se dieron algunas declaraciones en los medios que fomentaban el odio entre ciudades españolas, como lo que ocurrió con las sospechas de amaño de partidos, la rivalidad madridista y culé, tertulianos en programas deportivos entre broncas, comentarios en webs y periódicos con cargas racistas, de desprecio, intolerantes, etc. Verdaderamente lamentable. 

Todo ello, llevó a un final de liga entre broncas, con disturbios y violencia en algunas ciudades. Estos niveles de violencia no se han dado en ninguna de las manifestaciones realizadas por temas mucho más importantes. ¿Qué tiene el fútbol para que pase eso? ¿Nadie se da cuenta que no merece la pena? ¿Cuando entenderemos que de lo que hagan 22 jugadores no depende el éxito de una sociedad? 

Después, entre junio y julio, los que nos fuimos pronto de vacaciones, tuvimos que aguantar el estrés del europeo de fútbol. La victoria de nuestra selección se daba ya por descontada, y cuando se iban torciendo algunas cosas, se exageró la nota a unos límites exagerados. En el deporte, y más en el fútbol donde hay gran cantidad de errores o imprevistos que cambian el resultado por azar, no siempre ganan los favoritos ni los mejores. Por eso, el mensaje subliminal que transmitían los medios de comunicación sobre los resultados de la selección, era un mensaje dañino y estresante para la sociedad. También el éxito de la selección fue exagerado, pareciendo que por ganar al fútbol –o fúrbol como dicen algunos- somos mejores que los ciudadanos de otros países.



Los que se han ido en agosto han tenido tres semanas de Juegos Olímpicos, durante los que el espectador ha redescubierto otros deportes, que se han visto de otra forma, más relajada, a pesar de estar cargados de competitividad y de esfuerzo por parte de los deportistas. Estos deportes no tienen la trascendencia que tiene el fútbol para la sociedad. Se ha visto como un extra, donde España participaba en varias modalidades. Ni siquiera el fracaso del fútbol olímpico ha tenido gran repercusión, pues fue pronto y aún estábamos con la resaca del europeo. 

Por otra parte, algunos éxitos de nuestra expedición se han destacado con un exceso de orgullo patriotero, como el de baloncesto o la natación, sin pararnos a analizar, que en realidad hemos sido un país mediocre en número de medallas y en la calidad de éstas. No se puede tener éxito en deportes en los que no se invierte ni tienen seguimiento de los espectadores. Deberíamos reflexionar sobre eso.

Para los que se van a partir de la semana que viene tienen ya el comienzo de nuestra liga de fútbol, y por supuesto, la Supercopa, que este año disputarán Madrid y Barcelona. Aunque serán sólo dos partidos, a los medios de comunicación les servirá para bombardearnos con información deportiva durante semanas. Después comenzará la Vuelta, la liga de básquet, los mundiales de motos y coches, y el resto de ligas… Vendrá la crisis de septiembre sin practicar deporte sano, con exceso de información deportiva… y sin habernos relajado.


Fernando Bolea Barluenga