miércoles, 10 de abril de 2013

Identidad




Regresando de un viaje de ocio, pienso en la ciudad donde vivo. Una ciudad inmortal, extensa en su territorio, con un clima extremo en el calor y en el frío, ventilada por el cierzo, de espaldas al gran río que la cruza. Cosmopolita y rural al mismo tiempo, abierta a la última tecnología y fuertemente costumbrista en algunos aspectos.

Sus habitantes somos como ella, algo rudos, tercos, leales, nobles y sinceros. Capaces de lo mejor, pero siempre con miramientos que nos impiden progresar. Nuestro carácter ha marcado la vida de la ciudad. Actuamos como si no hubiera cambiado nunca, como si debiera seguir siendo próxima, pequeña, provinciana otros dos mil años. Al hablar de nuestra ciudad con terceros, siempre aparece el complejo de inferioridad frente a cualquiera, lo que distorsiona la visión de lo que es en realidad y no se parece en nada a lo que perciben sus visitantes cuando la conocen.

Zaragoza se ha convertido en una gran urbe, una metrópoli. Debemos darnos cuenta de ello y defender nuestra identidad con orgullo. Nuestro futuro está en juego.

Fernando Bolea Barluenga