Día 8. 5-1-2022. Final.
Hoy me he levantado bastante bien. Creo que los problemas de garganta y cabeza van a seguir, aunque a menor nivel. Estoy acostumbrado, casi siempre los tengo.
Este último día paso de enfermo a cuidador. Mi mujer tiene síntomas y decidimos que pase en su cuarto gran parte del tiempo. Yo estoy en el resto del piso con mi hijo, haciendo tareas, pero con tranquilidad. Aún no estoy recuperado del todo.
Mañana es Reyes, lo celebraremos aquí juntos con los regalos que teníamos disponibles. No queremos que el crío pierda la ilusión y hacemos todo lo posible para mantener el sueño. Videoamada de los Reyes incluida. Las tecnologías facilitan mucho las cosas. El niño se emociona al ver que los Reyes le hablan y que le van a traer algo.
El viernes será mi vuelta al trabajo. Será rara, porque la gente ya sabe que he estado infectado. En broma, por el móvil les he comentado a mis compañeros que me hagan el vacío, que se alejen de mí. Me han contestado que no me preocupe, ya lo iban a hacer. Normal. En realidad, no hay mucho problema, las distancias entre nuestros puestos son grandes, llevamos mascarilla y guantes todo el tiempo.
Lo que pienso de todo esto
En fin, esta ha sido mi experiencia con el Covid. Gracias a la vacuna, y supongo que a mi propia salud, he pasado la enfermedad de forma muy leve, casi sin síntomas. La peor parte fueron los días de aislamiento, que se hacen muy largos, a pesar de estar en mi propia casa con todas las comodidades y encontrarme relativamente bien.
Ahora comprendo mucho más a la gente que está mucho tiempo en una cama de hospital. También me compadezco de los enfermos que pasaron el Covid en pabellones u hospitales donde sólo poseían una cama y nada de intimidad. Tuvo que ser muy duro.
La otra parte negativa es la incertidumbre. Se suma a la enfermedad y no te deja descansar tranquilo. Los fallos del sistema de atención primaria hacen que estés inseguro sobre lo que tienes y además sobre tu situación laboral. Esto tiene que mejorar mucho.
No puede ser que yo estuviera seis días sin hablar con un médico. Días en los que yo estaba enfermo y sin tener la baja, menos mal que coincidieron con días de ERTE, porque hubiera sido una situación peliaguda. Más aún, es grave que al final lograra contactar con el médico porque fuimos en persona al ambulatorio y la administrativa de admisión tuvo a bien concertarme otra cita sin que yo estuviera presente. Una cita independiente del proceso de mi enfermedad, como si la hubiera pedido para cualquier otra cosa de salud.
Y por último, una reflexión, como en la mayor parte de los trabajos, las cosas salen por la voluntad de la gente que trabaja allí, no porque funcione bien la organización. En esto del Covid, las instituciones han pegado varios bandazos a lo largo de los días al ver el exponencial aumento de los casos. Sin embargo, la atención de las personas del ambulatorio ha sido aceptable, más bien buena.
Dentro del caos y la presión que tenían, incluso de los mismos pacientes, las personas que nos hemos encontrado nos han atendido de manera amable, paciente y diligente. También los médicos que nos han llamado finalmente han explicado todo muy claramente. Si fuera de otra forma, el caos hubiera sido total. Gracias a ellos las cosas han salido medio bien.
Espero no volver a recaer, aunque todo es posible. Este virus ha demostrado ser muy traicionero. Si lo hago, maldeciré mi mala suerte y tendré que volver a confiar en nuestro sistema público de salud. Para entonces, deseo que se haya aprendido de la experiencia, que la gestión de la pandemia sea adecuada en medios y recursos, que los tratamientos y vacunas sean eficaces, y sobre todo que el éxito sanitario no dependa tanto como ahora de la buena voluntad de sanitarios y pacientes para solucionar los problemas.
Gracias por leer este blog.