Te voy a contar como empezó
todo. Estaba yo de pie, agarrado al pasamanos, pensando en lo mío, cuando
escuché:
‘Que pasa pues co?’
Alzando la mano, un tipo vestido
con una camiseta del Zaragoza similar a la mía me saludaba efusivamente. Me giré, alcé la voz y
pronunciando todas las sílabas contesté:
‘Co, que pasa pues?’
Todo correcto. Ya sabes que
según los cánones, la conversación entre dos Maños empieza de esta manera.
Aunque sea de punta a punta en un abarrotado vagón de metro. Quisieran o no aquellos neoyorquinos,
tuvieron que escuchar nuestra conversación.
Tras más de media hora de
ahivadeahis, halapueses y jodos, los de seguridad, usando un grosero inglés, nos invitaron a
salir a la calle al considerarnos peligrosos alborotadores.
Con un “Hala maño, hasta más
ver”, entre eufóricos y emocionados íbamos a poner fin a aquel singular
encuentro, quizá para nunca volvernos a encontrar.
Sin embargo, al salir de la boca
del metro, aquellos rascacielos nos inspiraron. Orgulloso, valiente, emocional
y rebelde, desde nuestros adentros surgió un canto guerrero;
El ‘Mil banderas’ sonó en Times
Square:
“ ¡¡ Miiiiiiiil baaaan-de-ras
ondearán en las toooo-rres del Pilar....”
y “luego:
“yo nací con dos colores uno
blanco y otro azul, cuando muera que así pinten mi ataúd !!"
De repente, cuando ya íbamos por
el “ale Zaragoza, ale, ale”, sonaron un par de bandurrias. Una rondalla de la
Cinco Villas que iba a un festival nos rodeó. Impresionantes, con sus trajes
joteros bien lucidos, empezaron a cantar y bailar:
“El Ebro
guarda silencio al pasar por el Pilaaaaaar....”
La
multitud empezó a arremolinarse junto a nosotros. Entre ellos, un señor mayor
camuflado bajo una gorra y gafas de pasta. Creo que era Woody Allen, que
intentaba entender lo que ocurría y ver si podría utilizar ese momento en
alguna de sus películas.
“Parece
una historia que aúna sus aficiones, las tradiciones de su pueblo con detalles
de vídeos musicales de Bon Jovi y U2, grupos que a usted le gustan por cierto”.
Dice ella.
Eso
ocurrió. O al menos creo que fue de esta manera. No me convencerá de que no
ocurrió así, señora psiquiatra.
Fernando
Bolea